martes, 13 de octubre de 2015

(In)estable

  A ella.

  Maremotos de palabras se agolpan en la mente del escritor demente cuyo bolígrafo arde en deseos de hacer correr ríos de tinta. Tantos tontos que desean el calor de los focos, pavonearse frente a princesas con vestidos de seda y engañarlas para llevarlas en brazos hasta el altar. No creo que puedan soportar la presión de las miradas que yo esquivo a diestro y siniestro, prefiero no ser nadie a ser maestro y pasar desapercibido entre el rebaño, consciente de que mis ojos muestran todas las debilidades que me hacen ser incapaz de superarme y los defectos que impiden amarme. No busco trofeos pues no hay mejor premio que dormir en tu regazo ni mejor sensación que la del abrazo de un hermano. En mi libreta solamente busco sentirme libre mientras libro una eterna lucha contra los temores que me acechan en todas las esquinas de mi barrio, donde borrachos trabajan a destajo para bajar la luna y conquistar a su dama, poetas buscan como atrapar polvo de estrellas en tarros para poder crear su propia epopeya, perros vagabundos de hedor nauseabundo miran como la vida se resume en siete días y otras tantas noches a la vez que camellos armados con un aerosol componen mejores reflexiones que el gilipollas de Paulo Coelho. La calle alberga más sabiduría que el pupitre de una clase y los baños tienen mejores filosofías de vida que lo que aparece en tus libros de textos. Den por hecho que el trayecto recto no siempre es perfecto y tampoco es siempre el correcto, agárrense cuando vengan curvas y cuervos a sacarles los ojos pero sin dejar de mirar de reojo a sus acompañantes en el viaje pues sin compañía de alguien o algo el sendero suele hacerse más largo.

  Prendo fuego en secreto y te robo la sonrisa, aquella que se cruza conmigo en sueños y mientras tanto, un punto entre otros tantos surcando por el filo de la almohada, y cada vez que alguien me dice que se me escapa la vida y que ya no tengo cabida, yo le respondo: con mi misión cumplida. Necesito poco para sentirme persona y en lo personal prefiero perecer como hombre que vivir en peceras llenas de lágrimas. Intento mirar al futuro pero si no es contigo no quiero, prefiero sentarme en un sillón y disfrutar del momento mientras lo creamos en un espacio temporal perfecto para ambos. Tengo de fondo al flautista de Hamelín tocando el Für Elise y leo las Aventuras de Huckleyberry Finn. Me sobra la prisa y me falta el tiempo, me sobran hermanos y me faltan amigos, me sobran sonrisas por compromiso y me faltan lloros de alegría. Mira tú que si hoy soy yo, mañana igual me voy y me abandono en la cuneta o me lanzo a las vías del tren si no te alcanzo. Te sigo y te persigo a lo largo del laberinto hasta que el camino se alumbre con la esperanza o tu cariño me deslumbre, quizás sean las hojas del otoño o quizás sea las primeras gotas del rocío en otro amanecer tardío, mi mirada sigue recorriendo tu alma más que tu cuerpo y tus gestos antes que tus senos. Abrazados bajo un manto de luna y estrellas se para el tiempo y pido deseos vanos a meteoritos que se disfrazan de estrellas fugaces, con el alboroto de fondo y humo de tabaco entrando por mis fosas nasales, me siento especialmente único entre la muchedumbre que se pasea a nuestro alrededor sin dedicarnos ni un segundo, ese mismo intervalo de tiempo que junto a ti es efímero en presente pero eterno en pretérito. 

  No pretendo enseñarte nada si no entretenerte, asumo mi ignorancia y la nostalgia de no tenerte. Pese a mis intentos de subir al cielo sigo con los pies pegados al suelo, soy un ente insignificante con sueños de gigante, otro anónimo que no desea sentirse importante ni eclipsarte, el que se conforma con seguir adelante mirando al frente sin apoyarse en amores rancios que hablan más que demuestran, que se apoyan en más te quiero que no en un te respeto. Sigo caminando contra corriente, trato de ser diferente sin alejarme de mi mismo. Ya camino con algo más de prisa y nunca me paré a esperar al reloj porque él nunca se paró a esperarme, buscando el espacio ideal para crear el momento en que pueda deshacerme de las mantas que me sirven como escudo contra los monstruos que habitan bajo mi cama. Trato de manejar las manijas, ajustar las clavijas y envejecer con alegría. Convivo con mis complejos lejos de jaranas y espejos mientras mis complejas metáforas dejan perplejos a personajes encerrados en jaulas mientras genios corren por eternos parajes huyendo de un ejército que destroza el paisaje. En el ejercicio de hallar consuelo en uno mismo apago las luces y me descubro con rostro nuevo de semblante serio. La rutina de escribir es más placer que castigo pero la rutina del no poder crear me atormenta como la peor de mis pesadillas en una noche de tormenta. Y en este juego de sobremesa traigan té de menta de estilo marroquí que me despeja y me desbloquea de los malos hábitos de tirarme a un pozo y tocar fondo. Jornadas de reflexión en esta canción del montón, pues no hay soneto que arrastrado por el monzón sea capaz de hablar con el corazón con la misma precisión.

  No creo textos, no escribo palabras, no transmito lo que pienso ni plasmo lo que siento. Recojo tus ideas para ponerlas en un saco, ordenarlas y narrar lo que no me pertenece. La vida como película de tercera y que viene con spoilers del final, una máquina de hacer sufrir y de sonreír. Tantas veces me perdí en tu mente que ya no sé si he llegado nunca a existir sin ti y esto es lo que tengo ahora, un montón de pensamientos impropios de mi. No puedo mirarte a la cara sin sentir ese cosquilleo del que se enamora rápido (muy rápido) y del que olvida lento (muy lento). No necesito sentirme el mejor de nada, no quiero gobernar en un imperio donde el tuerto es el amo y señor de los ciegos, no quiero hacer el bien para ser un superhéroe. Paso de todas esas etiquetas que van poniendo los que tienden a amontonar riquezas bajo el brazo para ser el más rico del cementerio, paso de ser alguien convencional, paso de decirte que soy real porque tengo mil y una caras y ninguna de ellas es falsa. No te voy a esconder nada, no tengo secretos guardados bajo llave y ya veremos si alguna vez los tengo. Mi alma encerrada en un cofre mientras mi ego se esconde bajo una coraza de cobre y mi corazón se recubre con corteza de roble. Mi bolígrafo es un mandoble que hiere a quien más quiere. Que esto forma parte de mi pero no es mío. Esto es todo tuyo, yo solamente le he puesto un título convincente y lo he transformado para que tú puedas burlarte del escritor que se refugia en el arte, pues ni la máscara más cara podrá jamás tapar lo que hay debajo de la piel.




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