miércoles, 18 de diciembre de 2013

Un motivo

- ¿Por qué te gusta tanto escribir?
Estaba tumbado en mi cama con Marina cuando me lo preguntó. Hacía un calor de primavera que chocaba de frente con la época, pues justo empezábamos a ver el final de lo que había sido un enero bastante frío. La pregunta me sorprendió. No, lo que realmente me sorprendió fue el tono y la naturalidad con la que la realizó, como si ese fuese el lugar y el momento exacto e indicado para hacerla. Cruzamos miradas durante un instante y ella sonrió a la vez que me apretaba con los brazos aguardando a que yo abriese la boca. Hasta entonces lo único que nos había impedido de disfrutar nuestro silencio fue nuestra respiración profunda y el tic tac del reloj que decoraba la estancia.
  En un ejercicio de reflexión y con los ojos puestos en el techo decidí buscar la respuesta más idónea para esa complicada pregunta. Hice un largo recorrido por los distintos motivos que me empujaban a contar verdades con un bolígrafo y un papel. A cada parada recordaba algún texto y escritos, viendo lo mucho que había cambiado a lo largo del tiempo.
  La primera parada fue el placer puro, las ganas de satisfacer a mi ego y las ganas que tenía de crear mundo nuevos, dimensiones relativas y falsas realidades que se solapaban entre si. Unido a este punto descubrí, no sin cierto grado de sorpresa y asombro, que quizás buscase la admiración y el respeto de los demás, un reconocimiento merecido que me llevaba a buscar historias y experiencias para poder relatar parte de mis vivencias.
  El camino se seguía trazando sin olvidar lo pensando anteriormente. Llegué a pensar que podía ser que el motivo principal no fuese otro que el del talento. Decían que se me daba bastante bien realizar el ejercicio de escribir y me habían insistido en algunas ocasiones (más bien pocas, pero lo habían hecho) de que no lo dejase y de que valía la pena que siguiese alimentando mi mente de esta forma. Yo no había reconocido nunca mi talento, ni tan siquiera lograba vislumbrarlo pero algunos días, releyendo antiguas creaciones mías me había sentido bastante orgulloso de mi yo escritor. Por otro lado también me dejé llevar y pensé en lo importante que resulta ser el acto de escribir. Dejar plasmada de alguna forma parte de tu pasado y de tu existencia, de mantener vivas partes del recuerdo. Siempre pienso en si al redactar todo lo que me sucede en un papel no estoy eliminando elementos esencial de lo que viví. Por muy bueno que sea el escritor nunca será capaz de llenar de letras el vacío que generan los sentimientos. Hay lugares donde la palabra no puede llegar. Aún así, creo que dejar impresa tu vida en un papel tiene un valor incalculable.

  No conté el tiempo que anduve divagando por las profundas cavernas de mi cabeza, cambiando de paisaje y de destino, buscando nuevos hogares, caminos... A cada paso mi ego cambiaba, se transformaba hasta lo que era yo en los momentos que escribo estas líneas. Se me ocurrió una respuesta perfecta, que había sido creada para ese momento, esa situación y ese lugar. Una mezcla del placer, de la satisfacción, del buscar reconocimiento en otras mentes y de la necesidad imperiosa de saber que aún estaba vivo, pero para cuando la tuve en la lengua, Marina ya se había dormido.

No hay comentarios:

Publicar un comentario