viernes, 22 de noviembre de 2013

Sobre mi (el yo de verdad)

  Dicen que el tiempo no pasa en vano. Yo me lo creo aunque tampoco le he dado muchas vueltas a ello. A día de hoy, me paro unos segundos y pienso que el presente pasa rápido, el futuro llega en pausa y el pasado se transforma en un abismo enorme del cual nunca puedes ver el fondo. Nueve años desde que te fuiste sin decir adiós y en nueve años uno puede hacer muchas cosas. 

 Hace nueve años. Eso es mucho tiempo, aunque para mi el tiempo pasa y punto, transcurre sin más, sin importarle lo que pasa en la vida de la gente. Lo que sucede tienes que valorarlo tú. Lo que yo pienso sobre estos nueve años es lo que opinarías o lo que dirías si me vieras ahora. He dejado de vestir con ropa deportiva y sin planchar, abandonando esas camisetas Umbro amarillas y naranjas. Ahora soy de camisas gruesas y tejanos, camisetas NBA y gafas marrones. Cambié el acné por una perilla mal recortada y algo de pelusilla debajo de la nariz. Camino recto y no desgarbado aunque soy menos expresivo corporalmente hablando. Tampoco hago ya las tonterías que hacía para llamar la atención y siempre que puedo intento pasar desapercibido. El silencio me acompaña y lo he hecho mío. Soy un enamorado del jazz, blues y soul, un ingeniero de frases y versos que crea sentimientos con el corazón desnudo y el alma recubierta de sueños. Soy nostalgia que sonríe no menos de cuarenta veces al día. Conocí nuevas rutas y nuevas personas, me moví a Malgrat, Blanes y Girona por deber y por ganas de buscar nuevos retos, viajé a Toronto y Roma para encontrar nuevos paisajes que describirte cuando volvamos a vernos. Llegué a licenciarme el pasado año en historia aunque tú te quedaste en mi primer objetivo de ser periodista. Mejoré mi crítica, intenté ser mejor persona de lo que fui ayer aunque no siempre lo conseguí. Me he mirado muchas veces al espejo y pensar en el fracaso, en lo poco capacitado que estoy para dar un paso al frente. He llorado al borde de la cama por ser incapaz de saltar muros, por no llegar a la meta o por llegar a ella usando atajos. También lo hice por personas que se fueron y por personas que jamás tuve. Estuve a punto de tirar la toalla una vez tras otra, quedarme sentado al borde de la senda sin saber hacer nada más que oír el lamento del mar. Estuve asomado a un pozo, a punto de saltar pero no lo hice. Tampoco me dejaron. Me llevé de ti la buena educación y el saber dar el doble de lo que pido y conseguí gracias a ello, gente que jamás me abandona (y a los que estoy y estaré eternamente agradecido). A parte de todo esto, ahora también conduzco un Polo gris, sigo jugando a la consola, miro películas que a poca gente le gusta y escribo en este blog todo lo que tengo y todo lo que soy. He creado realidades y dimensiones paralelas al son de Ismael Serrano y me sorprendo fácilmente, cada vez que veo algo increíble. Aprendí a valorar la experiencia por encima de las demás cosas y así disfruté de la universidad, del Pedraforca y sigo haciéndolo del baloncesto. Intento inculcar algunos valores de los que me regalaste a críos que empieza su idilio con el aro y el balón naranja. Soy adicto al café, a Neruda y al amor. Y hablando de amores, tuve el primero con una cajera que mataba las horas actuando en un teatro bastante feo. Hablé con la cara oculta de la luna y me dijo que buscase bien el motivo sobre el cual escribo. 

  Nueve años dan para mucho. Podría estar escribiendo eternamente sobre todo lo que me ocurre en el día a día. Recuerdo la vez que fui a visitarte. Hacía tiempo que no sabía nada de ti y al verte el mundo se volvió loco o del revés y yo me desorienté, sin saber en qué dirección debía correr para escapar de mi realidad. Quería llegar a la esquina más cercana y doblarla, no sé si por vergüenza o por miedo. Quizás fue por ambas cosas. Hay muchas cosas que me gustaría contarte y me encantaría que supieras pero quizás deba priorizar y decirte lo más primordial: te echo de menos mamá. 
Cuadro Retrato de la madre del artista de James Abbot

No hay comentarios:

Publicar un comentario