domingo, 8 de julio de 2012

La línea del genio y el loco: Westbrook - Durant

Cuesta imaginar como dos personalidades tan chocantes, tan distintas y tan casi opuestas pueden atarse con el hilo de la genialidad. Es difícil entender como una pareja así se ve destinada al triunfo individual y quien sabe si a la victoria colectiva. Los aficionados al baloncesto igual no se fijan en estas pequeñas cosas, pero cuando dos genios coinciden en una pista, en un mismo equipo, solamente se puede hablar de placer visual, porque uno consigue ver como un simple balón de baloncesto, el color de una camiseta, el nombre de una ciudad o las voces de un público entregado son capaces de unir a dos personajes tan iguales como diferentes. 

Sin duda alguna, uno no consigue establecer otro vínculo entre Kevin Durant y Russell Westbrook. Ninguno que no sea el baloncesto. Durant personifica la calma, el genio tranquilo, el asesino silencioso. El 35 de los Thunders destaca por la facilidad pasmosa de anotar por encima de casi todos sus rivales, con multitud de recursos. Aún así, no salta a la vista. Es regular pero su juego erradica en hacer las cosas demasiado fácil. Inexpresivo, tanto de cara como de cuerpo, Durant es el genio impasible que azota a las defensas rivales cada vez que le flotan, que le dejan un espacio para encarar, pero no encarna la figura resaltona, no busca destacar por encima de los demás puesto que es consciente de que él es superior. Cada vez que salta a la cancha se viste de héroe en la sombra y uno acaba cansado y aburrido de ver como anota una posesión tras otra con suma facilidad. 

En el otro lado del espejo tenemos a Westbrook. El base eléctrico es el otro genio. Un genio que bordea los límites de la locura. Él es el objetivo de todas las críticas. Y parece gustarle. Russell es como el niño de 10 años que levanta siempre la mano para responder a la maestra, él quiere los focos, quiere que se le vea, quiere ser protagonista. El único protagonista. Westbrook reclama lo que es suyo, un trono que le pertenece y por ello siempre que el balón empieza a rodar, le discute el liderazgo a su amigo y compañero de equipo. A veces, uno tiene la rara sensación de que el base de los Thunder exige tanta atención que cuando se la prestan, se pone nervioso. Nada más que una ilusión porque él ejerce, al contrario que Durant, de mano ejecutora visible, un verdugo sin máscara dispuesto a ganar cueste lo que cueste.

¿Cómo iban si no a coincidir en algo Durant y Westbrook? El baloncesto ha unido a estos dos seres. Uno siempre en el entredicho, otro afianzado e indiscutible. Uno con el rostro apático, otro expresivo con todo el cuerpo. El baloncesto unió a estos dos seres bajo la misma bandera, tan distintos como iguales, tan unidos como separados, con los mismos objetivos, tanto individuales como colectivos. Parece como si todo el mundo se hubiese rendido a la superioridad y liderazgo de Durantula. Todo el mundo excepto Westbrook. Y así, el baloncesto [que otro deporte si no], acaba uniendo a un animal de sangre fría y otro de sangre caliente para crear un equipo de sangre tibia.

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