lunes, 12 de noviembre de 2012

Vida

  Vida que me da todo lo que tengo y me quita lo que más falta me hace, la que me embriaga con su perfume y el tacto de su piel, la misma que me hizo sonreír años atrás y ahora me hace llorar entre sábanas y almohadas de baja calidad.
  Vida, la que me hizo pasar tan buenos momentos, la que me permitió conocer a viajeros y transeúntes cruzando un paso de peatones, la que guarda sus emociones y sentimientos en un neceser, la que dibuja todos los pensamientos en la epidermis de cada ser que acaba infiltrándose en mi mundo.
  Vida, la que hace que rompa la cara por un balón naranja, la que me hace palpitar, la que acelera mi corazón antes de cada encuentro, la que me hace sentir cada línea del terreno como un abismo, la que me dejó noches en vela de puro nervio.
  Vida de la que me enamoré en cuánto la vi, la misma que llevaba esa falda a cuadros y la caja de un violín, la que me miró con cara seria y ojos negros, la que selló el pacto de sangre con un largo beso inesperado, aquella que me crucé en un tren camino a Badalona con la misma falda y la misma funda de violín, la que me hace dudar de mí mismo y me da confianza cuando me coge de la mano, la que se pierde entre las notas volátiles de un pentagrama.
  Vida, o dos, una para cada habitación, que se enfadan como niños entre ellos, la que me hacen sentir orgulloso de donde provengo y de quien soy, los que siempre estarán allí aunque yo les falle constantemente, los que me soportan siendo mi principal soporte, los que ayudan sin saberlo y no reclaman una mano cuando la necesitan.
  Vida que se me fue, lejos, a un lugar imaginario, una prueba de fe, a un estrella ardiendo, vigilando y cuidando en todo momento de todo aquello que dejó, el recuerdo grabado a fuego en la retina, todo lo que tenía, mi trastorno de amor y cariño que desapareció sin que hubiese aprendido a valorarlo.
  Vida, la de una espalda y unas piernas que por sí solas sustentan una familia, la de horas gastadas y perdidas por una vida digna, cafés y comidas, decepciones constantes y un apellido honorable, la que me hizo ser buena persona por delante de todo lo demás, que te obliga y te castiga, la que te ama como ninguna mujer va a amarte nunca.
  Vida, unida a una pista de color verde basura, con bancos y consolas, con risas y críticas, compañera de los mejores momentos y de tantas opiniones vertidas, la que te agarra si te caes en un lodazal profundo, la que te rompió la cara y la misma que te dio los valores para seguir creciendo, aquella que te obliga a superarte, la que te ayuda a crecer y a respetar, a no tener miedo de nada.
  Vida, metida en un bolsillo, perdida con la felicidad que nunca llega, la que te llena y te vacía, que la sientes en carne viva mientras se desvanece, la que se pierde a cada paso, la que se pregunta todo para responder a la nada, la misma que te ahoga y te emborracha, aquella que puede ser tu fiel compañera o tu homicida más cruel.
  Vida, la que gasto, la que veo ante mis ojos, la que se me escapa entre los dedos de mis manos, la que muere asesinada por unas agujas y unos números, la que avanza a cada replique de campana de una enorme catedral, la misma que canta y compone odas de tristeza.
  Vida, al norte y al sur, allí donde la gente es desconocida y apenas puedes reconocerles, donde no sabes quien existe y quien no, la del mundo paralelo, la que vive en otra dimensión, la que siempre vas a echar de menos aun sin saber los motivos.
  Vida, la que me hace sufrir a cada palabra que escribo, a la cual agradezco todo lo que he conseguido, la que me hace sentir bien conmigo mismo cada final de texto que recito, la que entra por mis orejas por un auricular, la visión fantástica que me otorga, la que me da el sabor dulce y amargo, la del regusto y sensaciones tristes, la de olores y voces inconfundibles.
  Vida, la que me hace imaginar en la posibilidad de un mundo mejor, la que me hace suspirar por una persona mejor, la que me hace hablar y pensar, la misma que me hace callar cuando debo, la de los errores y aciertos, la de bondad absoluta.
  Vida, una y única, indivisible donde vaya, incomparable a todas las otras cosas, lo más grande que hay, lo que menos se valora en esta tierra, donde el tiempo fluye inalterable, esencial para las casualidades y las coincidencias.
  Vida, a la que amo, a la que odio, por la que no siento nada, por todo el tedio regalado y por todos los instantes vivos o muertos.
  Vida, para lo bueno y para lo malo, eres vida.
  Vida.


Foto de Elías El Jaiedi Acharki.


No hay comentarios:

Publicar un comentario