martes, 6 de mayo de 2014

La araña, la mosca y la mariposa

  Esta es la historia de una araña pequeña, muy pequeña, casi inexistente. Era una araña de color marrón aunque apenas se sabía. Vivía entre dos ramas de un bosque y ahí tejía su telaraña día tras día. Aunque se esforzaba mucho, la araña era muy torpe y siempre se equivocaba en algo así que se pasaba la mayor parte del tiempo haciendo y deshaciendo su obra. A veces, cuando estaba a punto de terminar aparecía un niño y la arrancaba. Otras veces se ponía a llover y tenía que refugiarse para no ahogarse. Siempre que pasaba esto último observaba desesperanzada como el agua destrozaba cada uno de los hilos que tanto le había costado entrelazar. Para no morir de hambre se comía algunas hojas secas pero le apetecía cazar alguna mosca despistada y poder darse un buen festín. 

  Un día de verano y tras semanas de esfuerzo, la araña pequeña consiguió terminar una telaraña decente y válida. Miró su obra orgullosa y se posó encima de una hoja esperando a que una presa se viese enredada por la trampa. 

  El primer día nada sucedió. Tampoco lo esperaba, pero aquello no la iba a desanimar. Esperó y esperó. 

  El segundo día pasó un hombre cerca de la telaraña. A punto estuvo de destrozarla. La araña había sentido el pánico de una manera muy próxima. Tuvo suerte que desvió los pasos justo antes de chocar con su trampa mortal. Durante aquel día observó como ese hombre que se había parado cerca para tomar un respiro se dedicaba a hacer sus cosas. Bebía agua, se colocaba bien la gorra y abría una caja de plástico donde suponía la araña que guardaba su alimento. También vio como reaccionó ante la presencia de moscas y mosquitos, sobretodo de las primeras. La araña pequeña, al ver como las espantaba con la mano se dijo: 

  - No me extraña. Tienen las alas feas, hacen un ruido molesto y solamente comen mierdas. Tienen unos ojos brillantes horrendos y un color grisáceo que dan ganas de ponerse a llorar. ¿Quién las iba a querer? - Se quedó pensando un rato. - Nadie - se volvió a decir. 

  En aquel momento apareció una mariposa revoloteando cerca de aquel hombre. Este no hizo ademán de asustarla, mas al contrario, parecía invitarla a sentarse cerca a compartir ese momento. La araña pequeña, observando la escena se volvió a dirigir a si misma:

  - ¡Oh! Mira que bonita. Tiene unas alas amarillas preciosas, vuela sin hacer ruido. ¡Cuánta elegancia al moverse! - sintió cierta envidia. - Nada que ver con esas apestosas moscas, la mariposa merece nada más que la admiración de el resto de la fauna. ¡Cuánta belleza, qué colores, que alegría desprende!

  Al tercer día la araña pequeña se dirigió a su telaraña y, asombrada, vio que había capturado a dos presas. Sabiendo que era pequeña y que con una sería más que suficiente, decidió que perdonaría a una de ellas y a la otra se la comería para saciar su hambre. Escaló por los hilos y se dio cuenta que había atrapado a una mosca y una mariposa con alas amarilla. Dudó un instante y fue hacía la mariposa primero. Ésta le dijo con voz apenada:

- Araña, araña, ¿no irás a comerme, verdad? Mira que alas tan bonitas tengo, mira con que elegancia soy capaz de moverme. Mira como floto, como los animales me quieren cerca y me admiran. Nunca molesto, soy agradable a la vista y todos me quieren. Sálvame y cómete a la mosca que no hacen nada más que molestar. 

  La araña se quedó mirando a la mariposa. Era muy bella y ella lo sabía. Se giró y decidió comerse a la mosca. Fue hacia ella, pero el camino se le hizo eterno. No estaba tan lejos, solamente que la araña pequeña iba pensando por sus ideas y casi no se dio cuenta de a que velocidad estaba avanzando. Incluso cuando la tuvo de frente, la araña pequeña seguía sin abrir la boca. Ya sabía que se iba a comer a la mosca pero el cuerpo no le respondía. Atenta a esto, la mosca decidió reaccionar:

  - Araña, araña, ¿me vas a comer, verdad? Yo lo entiendo, es mejor salvar a la mariposa. Es una buena elección, ella es bonita, hermosa, es elegante y nunca molesta. Ojalá fuese como ella y pudiese dibujar en el aire como hace. Pero no, yo nací mosca, animal desagradable, solamente comemos mierda y molestamos a la gente. Araña, araña, si vas a comerme, cómeme, pero salva a la mariposa para que el resto de animales puedan disfrutar de la belleza de sus colores. 

  Y la araña, sin decir nada, dio media vuelta, empezó a caminar hacia la mariposa y se la comió empezando por esas alas tan bellas y alegres que tenía. 

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