miércoles, 6 de julio de 2016

Con E de Elaine (o La niña del comedor)



A Elaine

  Elaine es una niña de ocho años de ojos marrones y con una melena rubia que se mece sobre sus hombres y llega hasta el infinito. A veces lo lleva suelto y a veces recogido en un moño. Sonríe con facilidad y tiene gestos que expresan a la perfección lo que piensa o siente sin necesitar hablar. A veces se queda se te queda mirando fijamente, otras sus ojos van y vienen como si algo o alguien le impidiese mantener la concentración en lo que a ella realmente le importa. Para tener ocho años es alta y sumamente inteligente. Elaine ya entiende cosas que a los adultos nos cuesta años asimilar. Sabe que no puede juzgar a las personas, que merecen una oportunidad, que pueden cambiar y que nadie es malo por naturaleza. Diferencia entre nacionalidad y religión y es plenamente consciente que puede seguir siendo lista pese a que haya personas más listas que ella. 

  Elaine hace ballet a la salida del colegio. Por eso a veces va a clase con el moño atado. Si hablas con ella descubres que le gusta de veras y que disfruta cada segundo de sus actuaciones. No tiene aspiraciones altas, simplemente quiere pasarlo bien. No sé si se le da bien o se le da mal, si está en la media o sobresale pero por sus expresiones juraría que a ella no le importa en exceso. Por contra no le gusta estudiar pero ella sabe que es su obligación así que estudia. Y ha sacado nueve excelentes. Distingue entre lo útil y lo necesario. Ya he dicho que Elaine es una chica muy lista. Le gusta quedarse callada y pensar, escuchar y dialogar, trata de esquivar los problemas ajenos e incluso intenta mediar cuando dos compañeros de clase se pelean. A veces sale victoriosa de dichas tareas, a veces fracasa pero ella siempre aprende. Nunca la verás hablar mal, nunca oirás una mala palabra salida de su boca y nunca nadie ha tenido quejas de ella.

  Elaine pasa desapercibida. Sus amigas llaman más la atención, vienen a hablar, lloran de vez en cuando, te enseñan sus dibujos o se ponen a bailar sin motivos aparentes. Ella juega al escondite entre la multitud, se aleja de los focos y deja hueco el trono que nunca pidió. No reclama la atención de nadie, come despacio y en silencio. Excepto las lentejas. Las lentejas no le gustan y no se las come. Casi suplica que no le pongas lo que le toca en el plato aunque una vez ahí, se lo termina. Se ríe mucho si le preguntas por sus virtudes y sus defectos. No sabe definirse, no sabe por donde empezar y tampoco tiene palabras para hacerlo. De las pocas cosas que Elaine no debe saber hacer. Y por no saber ni lo intenta. Además Elaine busca ser racional a la edad de ocho años. Todo lo que dice está pensado de mejor o peor manera, con argumentos más sólidos o menos pero ella cree lo que dice en ese momento. Y te lo va a debatir aunque no por ello no va a darte la razón. Repito que Elaine es una niña extremadamente lista. 

  Elaine es una niña de ocho años pese a todo lo que he dicho. Sigue corriendo con sus amigas, jugando al Pequeño Pony y tirándose al suelo. La verás con arena en el pelo o tirando piedras diminutas contra la pared mientras habla de la clase de castellano. Mira las pompas de jabón impresionada como si la monitora que las hace fuese una maga del agua. Hay cosas que todavía no entiende y mejor que no lo haga. No suele jugar con el balón pero de vez en cuando lo patea cuando se le acerca, igual que la verás tirando una peonza con un compañero que sigue castigado por pegar a otro. A la vez Elaine escenifica mis miedos al día en que me toque educar a un niño o una niña (si llega dicho día). 

  Elaine es una niña de ocho años y a veces uno desearía que siempre fuese así. 

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